Resumen
La mayor economía del planeta abandona el Acuerdo de París 2030, negando el cambio climático y abrazando la industria de los combustibles fósiles. La ciencia en su contra.
Soplan vientos de cambio en la política energética estadounidense y por ende en la de todo el planeta. El recientemente elegido presidente de una de las naciones más poderosa del mundo adopta el negacionismo climático, desafiando a la comunidad científica y los acuerdos vigentes entre países para abandonar progresivamente el uso de combustibles fósiles.
La política de Donald Trump respecto al cambio climático y la opinión de los científicos se contraponen frontalmente. Durante su anterior mandato como presidente de los Estados Unidos (2017-2021), Trump adoptó una postura que minimizaba la importancia del cambio climático, mientras que la comunidad científica internacional presionaba sobre los riesgos urgentes y graves asociados a este fenómeno.
El Acuerdo de París
En 2017, Trump anunció que Estados Unidos abandonaría el Acuerdo de París, el pacto global para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Argumentó que dicho acuerdo perjudicaba a la economía estadounidense y favorecía a otros países como China e India. Aunque la salida se hizo oficial en 2020, el presidente Joe Biden reincorporó a EEUU al acuerdo poco después de asumir el cargo en 2021.
La esfera de Trump ha promovido siempre la extracción y uso de petróleo, gas natural y carbón, argumentando que eran clave para la independencia energética de EEUU. Por consiguiente, eliminó restricciones ambientales, como las que ponían límites a las emisiones de metano y carbón implementadas por Obama, para impulsar estas industrias.
¿Qué piensan los científicos sobre el cambio climático?
La ciencia se basa en evidencias y poco entiende de política. El 97% de los científicos ambientales está de acuerdo en que el cambio climático es real, ya está ocurriendo y es causado principalmente por la actividad humana; particularmente la quema de combustibles fósiles y la deforestación.
Según informes del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), este está provocando un aumento en las temperaturas globales, el deshielo de los glaciares, el incremento del nivel del mar y fenómenos meteorológicos extremos como la dana española o los incendios de Los Ángeles.
Los científicos han advertido que retrasar la acción climática puede llevar a daños irreversibles para los ecosistemas y las sociedades humanas. Promueven la transición a energías renovables, la reducción de emisiones de carbono y políticas para limitar el calentamiento global a 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales.
La comunidad científica criticó las políticas de Trump por ignorar la evidencia científica y socavar los esfuerzos internacionales para combatir el cambio climático. También señalaron que estas políticas aumentaron las emisiones de gases de efecto invernadero.
¿Y ahora qué nos espera?
Con las medidas que el presidente estadounidense acaba de anunciar tras la toma de posesión, reitera su apoyo a los combustibles fósiles, desestimando las fuentes de energía renovable tal como hizo en su mandato anterior.
En concreto, este enero de 2025, el presidente ha expresado una postura crítica hacia la energía eólica. Durante una conferencia de prensa en su complejo turístico en Florida, afirmó que bajo su administración se implementarán políticas para evitar la construcción de nuevos generadores, describiéndolos como un «desastre» para la naturaleza
El sector eólico, en el disparadero
Argumentó que la energía eólica es «la más cara que existe», comparándola desfavorablemente con el gas natural. Además, criticó el impacto visual y ambiental de las turbinas, señalando que ensucian el paisaje y que, una vez fuera de servicio, se convierten en estructuras oxidadas y abandonadas que nadie quiere desmantelar debido a los altos costos asociados.

Aerogenerador eólico y paneles solares
Estas declaraciones han generado incertidumbre en el sector eólico global, afectando negativamente las acciones de importantes promotores de parques eólicos y fabricantes de turbinas. Empresas como la danesa Ørsted, la alemana RWE, Siemens Energy, Nordex y Vestas experimentaron caídas en sus valores bursátiles.
Analistas del mercado señalan que, aunque Trump busca frenar el desarrollo de la energía eólica, podría enfrentar desafíos debido a la relevancia de esta industria en estados tradicionalmente republicanos, como Texas.